Hace unos días leíamos que el presidente de la Comunidad de Madrid pretende cambiar el plan de formación del magisterio para dar más peso a las asignaturas de Lengua, Matemáticas, Inglés y Ciencias Sociales y Experimentales. Una formación inicial del magisterio que se basa en una clara concepción del maestro y de su labor muy alejada de la figura del docente actual y de la labor que tiene que realizar en las aulas.
Unos maestros con esa formación inicial serán unos maestros que se limitarán a ejecutar las ordenes de la administración educativa y a entrenar a sus pupilos para que puedan superar con mayor fortuna las pruebas externas correspondientes.
Porque unos maestros sin formación sobre la teoría del currículo no sabrán cuestionar, criticar y manejar el currículo oficial redactado por las administraciones.
Porque unos maestro sin formación sobre el desarrollo infantil y sobre las diferentes formas de aprender, jamás entenderán a sus alumnos.
Porque unos maestros sin formación sobre sociología y sobre psicología social no podrán poner en marcha mecanismos para que las aulas, los centros educativos se conviertan en comunidades de convivencia y aprendizaje.
Porque unos maestros sin formación en política educativa se mostrarán más dóciles ante los deseos de los poderosos.
Que el magisterio, que el profesorado tiene que mejorar su formación inicial es verdad, pero la formación del magisterio no puede reducirse a una formación enciclopédica. Afortunadamente existen voces como las de José Domínguez Rodríguez que apuestan por una formación científica, pedagógica, instrumental y artística en un grado común para todos los educadores de las etapas de educación infantil, primaria y secundaria.
Y afortunadamente, existen propuestas de formación del profesorado donde los docentes tenemos la oportunidad de pensar juntos otra escuela posible, como la XXXIII Escuela de verano de Escuela Abierta
una oportunidad que te invito a conocer y compartir.